Los sólidos datos sobre el crecimiento de la economía de EE. UU., un nuevo aumento en la tensión comercial y la posición cautelosa de la Reserva Federal han vuelto a reconfigurar el panorama en los mercados globales. El índice del dólar (DXY) se disparó a 99.3, el máximo desde principios de junio, en anticipación a la reunión de la Reserva Federal. El apoyo al "dólar" fue proporcionado no solo por los números, sino también por las señales: el PIB de EE. UU. creció un impresionante 3% interanual en el segundo trimestre, superando las previsiones y contrastando notablemente con el colapso del primer trimestre.

Sin embargo, detrás de la fachada de un fuerte crecimiento se oculta el efecto de las importaciones: la reducción de las importaciones en un 30% se ha convertido en el principal motor del crecimiento, reflejando el efecto de "sobrecarga" de inventarios en el primer trimestre debido a la expectativa de nuevas tarifas. Los analistas de Bloomberg e Investopedia señalan directamente que el crecimiento actual es "más estadístico que estructural": el consumo interno y las inversiones siguen siendo débiles, y las exportaciones cayeron un 1.8%, mostrando una disminución en la demanda externa.

El gasto del consumidor, aunque creció un 1.4%, aún se ve débil. Este es el crecimiento más débil en dos trimestres consecutivos desde la pandemia. La inversión en capital fijo casi se estancó: un colapso en la construcción y una fuerte desaceleración en el equipo. Todo esto, según Bloomberg, hace que la estructura del crecimiento sea "problemática", especialmente en el contexto de una nueva ola de tarifas.

El mercado laboral muestra una imagen dual. Los datos de ADP mostraron un aumento de 104 mil puestos de trabajo en julio, superando las expectativas y compensando la caída en junio. Pero junto a esto, se observa una reducción notable en el sector de educación y salud. La dinámica anual de los salarios se mantuvo estable: 4.4% para los que permanecen en el mismo trabajo y 7% para los que cambiaron de trabajo. Business Insider denomina esta combinación "señal de recuperación, pero no de sobrecalentamiento".

Los inversores aún no creen en una rápida reducción de tasas, y no sin razón. El presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, probablemente repetirá la conocida fórmula: "aún es temprano para celebrar la victoria sobre la inflación". La falta de señales claras sobre la reducción de tasas mantiene a los mercados en modo de espera. Reuters y WSJ confirman: en la reunión de la Reserva Federal, la tasa casi con seguridad se mantendrá sin cambios, y el mercado ya está descontando casi un 97% de probabilidad de este escenario. Goldman Sachs también indica: la Reserva Federal podría "alargar la pausa" para no provocar un aumento de la inflación en un contexto de posible impulso fiscal.

En este contexto, el rendimiento de los bonos del gobierno a 10 años ha aumentado al 4.37%, recuperando no solo los datos del PIB, sino también la nueva información del Tesoro: los volúmenes de colocaciones permanecerán sin cambios, pero la agencia duplicará la frecuencia de recompra de bonos a largo plazo. Esto podría aliviar la presión sobre la parte larga de la curva, al mismo tiempo que señala un intento de controlar la estructura de los rendimientos.

Donald Trump añadió más nerviosismo al anunciar tarifas del 25% sobre los productos indios a partir del 1 de agosto y amenazando con nuevas restricciones por la cooperación con Rusia en el sector energético. Según Business Insider y The Guardian, esto es solo el comienzo: la administración de Trump está considerando nuevas medidas contra Europa y China. Goldman Sachs advierte: "el aumento del proteccionismo podría provocar un escenario de estanflación", especialmente si las guerras comerciales coinciden con un endurecimiento de la política monetaria.

Los mercados de valores de EE. UU. recibieron este cóctel con un optimismo moderado. Los futuros de los índices aumentaron en medio de expectativas de sólidos informes de las principales empresas tecnológicas — Microsoft, Meta y otras. La atención se centra en los gastos en inteligencia artificial, donde continúa la carrera de capitales. DataTrek en un reciente informe caracterizó la situación como "un punto medio dorado": crecimiento moderado, inflación desacelerándose y beneficios corporativos sostenibles. Pero con la advertencia: "cualquier error en la comunicación de la Reserva Federal — y el mercado se desestabilizará."

Mientras tanto, el mercado hipotecario continúa perdiendo impulso: las solicitudes de hipoteca cayeron un 3.8% en la semana, alcanzando el mínimo desde mayo. La tasa hipotecaria casi no cambió, 6.83%, pero esto no fue suficiente para avivar la demanda. Según el vicepresidente de MBA, Joel Kan, "los compradores no se apresuran a asumir grandes compromisos en medio de la incertidumbre en la economía y en el mercado laboral". Esto es especialmente notable en el segmento de nuevas compras, donde la caída de las solicitudes fue del 6%.

La economía de EE. UU. muestra estadísticas decentes, pero detrás de un fuerte titular se esconden motores de crecimiento temporales e inestables. Los analistas de Bloomberg y Reuters subrayan: la demanda real es débil y el impulso de crecimiento proviene de efectos estadísticos y del comercio exterior inestable.

Los mercados se están adaptando a una nueva configuración: un dólar fuerte, un frente tarifario duro y una Reserva Federal "silenciosa" que gestiona las expectativas sin recurrir a acciones. En un contexto donde los inversores esperan palabras mágicas de Powell, mientras Trump vuelve a agitar el garrote de las tarifas, la incertidumbre se convierte no solo en un riesgo, sino en un activo. Quien sabe manejarla, gana.