Las empresas han adquirido 157,000 BTC desde principios de 2025, según un estudio reciente. Superan ampliamente a los ETF (49,000 BTC) y a los gobiernos (19,000 BTC), mientras que los particulares han liquidado 247,000 BTC. Esta centralización progresiva del bitcoin crea un desequilibrio estructural.
Mientras el protocolo Bitcoin impone una producción limitada a 450 BTC por día, las compras masivas de empresas privadas reducen la oferta disponible. A medida que estas «ballenas corporativas» bloquean cantidades crecientes de BTC, el mercado corre el riesgo de perder su resiliencia y apertura inicial.
El ejemplo de Strategy, que sola posee el 77 % de las adquisiciones corporativas de 2025, ilustra una estrategia de doble filo. Al convertir su tesorería en bitcoin, la empresa apuesta por una apreciación a largo plazo en lugar de la estabilidad de liquidez en fiat. Este enfoque se extiende a otras firmas como Rumble o River Financial, que justifican sus compras con tres objetivos principales:
Diversificar frente a las fallas del sistema financiero tradicional;
Aumentar el valor para los accionistas mediante un activo deflacionario;
Reasignar capital hacia la innovación de productos.
Mientras las empresas refuerzan sus posiciones, los inversores individuales se retiran del mercado. Esta dinámica revela una brecha creciente entre dos enfoques de inversión en bitcoin. La mayor volatilidad, el aumento de precios post-halving y las incertidumbres macroeconómicas han llevado a muchos pequeños poseedores a asegurar sus ganancias.
Mientras tanto, las empresas acumulan a un ritmo industrial. Esta deserción del retail plantea una cuestión fundamental: ¿se puede seguir hablando de un activo popular, accesible y antifrágil cuando los grandes bolsillos dictan la tendencia?