En Washington, cuando el presidente de los Estados Unidos dice que hará una declaración sobre el Ministerio de Defensa, el mundo asume que hablará sobre guerra o paz. Pero cuando el presidente es Donald Trump, la sala se convierte en un casino político, y la primera frase puede hacer que el bitcoin suba mil dólares o caiga diez mil.

El martes a las nueve de la noche, hora de El Cairo. A las dos de la tarde, hora de Washington, Trump estará detrás del podio. No importará lo que diga: ¿nuevos aviones? ¿Guerra con China? ¿Murallas en la luna? Lo importante es que el mercado traducirá las palabras en velas rojas y verdes más rápido que un traductor simultáneo.

En cripto, la declaración no es política, sino liquidez. Si Trump insinúa poder militar, los traders verán un peligro en ello, el oro se disparará y el bitcoin se moverá. Si dice que el presupuesto de defensa es fuerte, el mercado lo traducirá en un debilitamiento del dólar, y los especuladores entrarán en cripto como los soldados en sus trincheras.

Lo curioso es que el mercado no lee textos ni analiza estrategias. Es simplemente un bailarín histérico que se sacude al ritmo de Trump, ya sea que diga bombardeo o pastel. En un momento, podemos ver la vela verde más alta que el pentágono, y luego se contrae como la popularidad de Trump después de las elecciones.

Wall Street, como siempre, actuará como un equipo de rescate que primero se confunde, luego se derrumba, y después levanta la cabeza para asegurarse de que el presidente sigue vivo y no ha tuiteado algo peor. El índice de miedo (VIX) celebrará su propia manera: un salto aquí, una caída allá, y todos aplauden porque el show continúa.

En el mundo de cripto, la declaración se convertirá en un meme cósmico con imágenes de Trump en uniforme militar, comentarios de 'To the moon' y expectativas de que la blockchain es el arma secreta de América. Quizás algún influencer salga y diga: '¡Anúncialo... compren bitcoin!'

Y al final, todos descubrirán que el discurso del Ministerio de Defensa no era una defensa de la tierra, sino de la bolsa. Y que el ejército más fuerte del mundo sigue siendo rehén de un gráfico que cambia cada segundo.

Trump habla... los mercados fluctúan... y el bitcoin sonríe astutamente como si supiera que la defensa y los verdaderos intereses no están en los misiles, sino en una billetera criptográfica sin clave privada.

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