Durante años, la cuenta de Twitter @Ozono_Merval fue una referencia para pequeños inversores que seguían sus análisis de mercado. Ofrecía servicios pagos con contenido exclusivo y, aunque su creador nunca reveló su identidad completa, logró ganarse la confianza de miles de seguidores.

Esa confianza se rompió cuando lanzó un fondo de inversión en criptomonedas que, en pocos días, recaudó más de 70,000 dólares y perdió casi todo. El proyecto duró menos de una semana, las cuentas fueron eliminadas y ahora los aportantes reclaman explicaciones y responsabilidades.

En el ecosistema argentino de finanzas y criptomonedas en redes sociales, la confianza se volvió una trampa. La cuenta de Twitter @Ozono_Merval, conocida por compartir análisis técnico para inversiones, ofrecía un servicio pago a través de WhatsApp y acumulaba casi 7,000 seguidores. Aunque el creador, que se hacía llamar “Pablo”, nunca reveló su identidad completa, logró consolidar una comunidad fiel y monetizar sus análisis con suscripciones mensuales de $10,000.

Sin embargo, todo se desplomó en cuestión de días. Bajo distintas cuentas, como @Ozono_Premium y @KPR_03_SA, “Pablo” lanzó un fondo de inversión en criptomonedas con aportes voluntarios que llegaron a más de USD 70,000. Apenas una semana después, tras decisiones mal tomadas y operaciones fallidas, se perdió casi el 90% del capital. Las cuentas fueron borradas y los inversores, desesperados, exigen respuestas.

El fondo fue anunciado como una solución para quienes no podían operar cripto por su cuenta. Ofrecía rendimientos mensuales y una estructura informal basada en la confianza. En pocos días, reunió casi USD 74.000 de 58 personas.

Sin embargo, la operatoria resultó desastrosa. El creador, con mensajes erráticos y desesperados, reconoció haber perdido casi todo el dinero en apenas una semana, llegando a declarar públicamente su colapso emocional. Gracias a los datos bancarios usados para cobrar suscripciones, los inversores lograron identificar al responsable: un hombre de 53 años residente en La Plata, inscripto como monotributista y con una empresa registrada. Aunque ofreció seguir trabajando “gratis de por vida”, muchos de sus seguidores ahora lo acusan de estafa.

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