El Índice de Miedo y Codicia cayó a 10, entrando en miedo extremo profundo. Este nivel refleja un claro episodio de capitulación: el mercado se vacía emocionalmente y el flujo vendedor se agota. Cuando el sentimiento llega a estos puntos, normalmente solo quedan inversores de largo plazo acumulando.

Revisando el histórico del indicador, el comportamiento es consistente. Las fases de avaricia extrema marcan agotamiento alcista, mientras que los valores en el rango de 0 a 20 suelen aparecer antes de fuertes rebotes de mercado. Esto se observó durante los pisos de 2020, 2022 y varios retrocesos relevantes de 2023–2024. Un valor de 10 indica que el mercado ha llegado al límite del pesimismo.

Aunque no implica un giro inmediato, sí coloca al mercado en un entorno donde el potencial alcista supera al riesgo adicional de caída. En estos niveles, el sentimiento deja de influir en el precio porque ya está completamente descontado, y cualquier catalizador positivo puede desencadenar un movimiento violento al alza.

En paralelo, mientras el índice sigue hundido, el mercado global cripto mostró un rebote cercano al 3%. Esta divergencia precio–sentimiento es típica de momentos donde el sentimiento reacciona tarde a la estabilización del precio, un comportamiento que históricamente se observa cerca de los suelos.

Para validar una reversión más sólida hacen falta señales técnicas: aumento de volumen, recuperación de soportes importantes por parte de BTC y ETH, y un descenso claro en las liquidaciones forzadas. Pero la estructura emocional ya coincide con lo que, en ciclos anteriores, marcó zonas de acumulación.

En conclusión, los niveles actuales representan capitulación emocional clásica, un punto que históricamente ha sido seguido por fases de recuperación. No es garantía de un rally inmediato, pero sí un entorno que estadísticamente ha precedido oportunidades relevantes para quienes miran más allá del corto plazo.