Sin que el gran público lo sepa, se está produciendo un cambio monetario en Europa. El dólar estadounidense pierde terreno allí. Desde principios de año, empresas y fondos extranjeros exigen pagos en monedas locales, revelando una fractura estratégica en el corazón de las finanzas continentales. Este movimiento, lejos de ser anecdótico, se alinea con las ambiciones de los BRICS, decididos a erosionar la hegemonía del billete verde. Discretamente, es la propia arquitectura de los intercambios internacionales la que vacila, bajo el impulso de una alianza emergente en busca de soberanía económica.

Por primera vez, fondos institucionales extranjeros solicitan expresamente evitar el dólar estadounidense en los pagos. Las instituciones financieras europeas reciben peticiones para transacciones, incluyendo coberturas (hedges), que sorteen el dólar estadounidense.

Estas solicitudes se refieren al uso directo de monedas locales como el yuan chino, el dirham emiratí, el dólar de Hong Kong o incluso el euro. El fenómeno, aunque discreto, es descrito como un cambio significativo por los actores involucrados.

Esta revisión del papel central del dólar en los flujos internacionales se observa concretamente en varios casos operativos. Por ejemplo, cuando una empresa japonesa transfería dinero a un fondo basado en Filipinas a través de un banco europeo, el esquema clásico implicaba primero una conversión a dólares antes de un nuevo cambio a peso filipino.

Ahora, los clientes exigen que esta etapa intermedia sea eliminada. Las solicitudes incluyen en particular:

El abandono del dólar como moneda puente en las transferencias internacionales;

Un tratamiento directo en monedas locales incluso en operaciones transcontinentales;

La optimización fiscal y regulatoria gracias a la simplificación de los circuitos monetarios;

Una respuesta ideológica alineada con los objetivos de la alianza de los BRICS, que apunta a afirmar las soberanías económicas regionales frente a la hegemonía del billete verde.