A los 17, se topó con Bitcoin y vio más que solo dinero digital. Vio una nueva forma de organizar el mundo: descentralizada, abierta y sin fronteras.
Pero Bitcoin tenía sus límites.
Así que, construyó algo más grande: Ethereum— no solo una moneda, sino una plataforma donde el código podría ejecutarse sin intermediarios. Donde las finanzas, el arte, la identidad y la innovación podrían vivir en la cadena.
Contratos inteligentes. DeFi. NFTs. DAOs. Todo se remonta a esa única decisión: ¿Qué pasaría si la blockchain pudiera hacer más?
A los 21, no solo hizo la pregunta: construyó la respuesta.
Ethereum no solo siguió una tendencia. Inició un movimiento.


