Un inversionista hace una gran apuesta.

Él compra.

Él mantiene.

Él espera.

Si el mercado se vuelve en su contra, lo soporta hasta el final.

A veces hasta llegar a cero.

Eso no es disciplina.

Eso es jugar.

Como dijo Jesse Livermore:

“Los inversionistas son los grandes apostadores. Hacen una apuesta, se quedan con ella, y si va en la dirección equivocada, lo pierden todo.”