Este movimiento es más grande que solo una moneda estable en euros.

Señala que los bancos más grandes de Europa ya no están tratando de resistir las criptomonedas, están tratando de *poseer las vías*.

Un euro digital compatible con MiCA no se trata simplemente de pagos, se trata de reescribir la confianza.

Al anclar los flujos de criptomonedas a un activo estable regulado, los bancos reducen la fricción, aumentan la liquidez y dan a las instituciones luz verde para entrar sin dudar.

Pero aquí está la paradoja: cuanto más se regula e institucionaliza la criptomoneda, menos se siente como la frontera salvaje a la que muchos se sintieron atraídos.

¿Viene la adopción a costa de la descentralización, o demuestra que la criptomoneda finalmente ha madurado en infraestructura?

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