Estados Unidos tiene las Fuerzas Armadas más poderosas del mundo. Sus soldados, sin embargo, no están muy acostumbrados a desfilar y eso se notó en el desfile promovido por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, en el día de su 79º cumpleaños, con el pretexto de la celebración del 250º aniversario del Ejército. Las previsiones de tormenta forzaron a alterar el programa y la lluvia también deslució el espectáculo que se regaló el presidente. El presidente parecía relativamente contento con la fiesta con la que por fin cumplía un viejo sueño.

La descoordinación de movimientos y falta de alineación de los soldados de numerosas unidades más parecía propia de un acto de jura de bandera de jóvenes reclutas que de las exhibiciones castrenses de regímenes dictatoriales como los de China, Corea del Norte o Rusia. Sin embargo, la celebración de un inusual desfile militar en Washington, que no vivía una parada militar desde 1991, a raíz del final de la primera guerra del Golfo, ha llevado a los críticos a comparar a Trump con líderes autoritarios y a organizaciones sociales a contraprogramar el desfile con sus manifestaciones y concentraciones bajo el lema No Kings (No a los reyes). Las protestas de Washington se acercaron a la zona del desfile, pero la policía las contuvo sin necesidad de emplear la “gran fuerza” con que había amenazado Trump.

Trump ha dado múltiples muestras de su deriva autoritaria en su segundo mandato. Además, organizar una exhibición militar, al tiempo que hay tropas movilizadas en Los Ángeles para reprimir las protestas sobre las políticas migratorias del presidente, sitúa al Ejército en una posición delicada, con riesgo de politización.

Los organizadores adelantaron el desfile media hora para esquivar la tormenta. También los vuelos de aeronaves se adelantaron y quedaron algo deslucidos por un cielo cubierto. La lluvia fue ligera e intermitente durante la mayor parte del desfile, de modo que no arruinó la parada. Sin embargo, sí alteró su desarrollo. El espectáculo paracaidístico de cierre, en que el equipo de los Golden Knights del Ejército debía aterrizar cerca de Trump para entregarle una bandera de Estados Unidos doblada, tuvo que reformularse y adelantarse.

El desfile comenzó con una procesión de militares vestidos con uniformes históricos, en conmemoración de la Guerra de Independencia, la Guerra Civil, la Primera y la Segunda Guerra Mundial, y luego con uniformes de combate más modernos. Soldados, tanques, blindados y hasta perros robóticos pasaron por delante de Trump.

Grandes zonas del espacio reservado al público estaban desiertas. La visibilidad no era muy buena salvo para la tribuna de honor o los situados en las primeras filas. Muchos se resignaban a seguir el desfile a través de las pantallas gigantes habilitadas. No había tribunas para el público, que celebró especialmente la aparición de los tanques y blindados pesados y el descenso de los paracaidistas.

Hacia el final del desfile, Trump tomó juramento a 250 nuevos soldados. Después hubo un pequeño concierto. Los artistas daban la espalda al público y actuaban para el presidente y sus acompañantes.

Después de su intervención, le volvieron a cantar Cumpleaños feliz. Antes de los espectaculares fuegos artificiales, salió a escena Lee Greenwood, que entonó God Bless the USA,la melodía preferida por el republicano para entrar en escena en sus actos de partido. Los seguidores trumpistas eran clara mayoría entre el público. Era una especie de fiesta privada. Entre estrofa y estrofa, Greenwood también le deseó a Trump feliz cumpleaños.

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