Putin y Xi están convencidos de que para una solución duradera y sostenible de la crisis ucrania, es necesario eliminar sus causas originarias, respetando los principios de la Carta de Naciones Unidas en su totalidad, integralidad e interrelación, así como el principio de indivisibilidad de la seguridad, teniendo en cuenta los intereses y preocupaciones de todos los estados en materia de seguridad.
Rusia y China condenan el impacto extremadamente negativo que tienen sobre la estabilidad en la región de Asia-Pacífico, los intentos de Estados Unidos y sus aliados de ampliar la presencia de la alianza noratlántica en esa región, de formar ahí bloques de composición estrecha y de involucrar a los países de la región en la instrumentación de sus estrategias indo-pacíficas.
Los dos países proponen “abandonar la mentalidad de la Guerra Fría” y solucionar las controversias mediante un diálogo equitativo y consultas respetuosas, así como fomentar la confianza para excluir peligrosos errores de cálculo y abstenerse de acciones que generen riesgos estratégicos.
En el plano económico, Moscú y Pekín acordaron seguir fortaleciendo la asociación energética integral, lo cual supone apoyar a los operadores económicos de ambas partes en la instauración de proyectos en áreas como el petróleo, el gas, tanto natural como licuado, la energía nuclear con fines pacíficos, el carbón, la electricidad y las energías renovables.
Decidieron aumentar el nivel de interacción financiera, en otras palabras, intensificar los nexos entre los bancos, ampliar el uso del rublo y el yuan en los pagos, y facilitar las gestiones en materia de seguros y agencias de calificación.