China y Rusia como grandes potencias con mercados en formación asumen la noble misión de asegurar que el desarrollo global se lleve a cabo en la forma más justa y racional.

El gigante asiático –según se lee en una de los documentos firmados por Putin y Xi– apoya los esfuerzos de su vecino para garantizar la seguridad y la estabilidad, el desarrollo nacional y la prosperidad, la soberanía y la integridad territorial, y se opone a la injerencia externa en los asuntos internos de Rusia.

En tanto, Moscú reafirma su compromiso con el principio de una sola China, se opone a la independencia de Taiwán en cualquiera de sus formas y apoya firmemente las acciones del gobierno chino para proteger su propia soberanía e integridad territorial, así como para unificar el país.

Respecto a Ucrania, Moscú valora la posición objetiva e imparcial de Pekín sobre la crisis ucrania y acoge con satisfacción el deseo de China de desempeñar un papel constructivo en su solución por medios políticos y diplomáticos.