Beaux Tox nació diferente. Su cara, ligeramente torcida, no rota, solo única. Pero el mundo no vio belleza en él. Solo defecto.
Los criadores no pudieron venderlo. Así que lo regalaron. Como un objeto. Como si no importara.
Pasó cinco largos años afuera, solo. Sin cama. Sin calor. Sin amor. Solo tierra, enfermedad y silencio. No era más que una sombra en el patio de alguien, un ser vivo dejado para desvanecerse.
Los rescatistas lo intentaron. Nadie pudo alcanzarlo. Y lentamente, se marchitó hasta convertirse en un fantasma. Un esqueleto cubierto de heridas, demasiado débil para tener esperanza, demasiado roto para ladrar.
Pero entonces ella llegó. Jamie.
No se inmutó al verlo. No vio un error. Vio un alma. Y hizo una promesa: nunca más te pasarán de mano en mano.
Ella conocía ese dolor. Ella también lo vivió. Pasó de hogar en hogar, sin saber nunca dónde pertenecía. No solo estaba rescatando a Beaux. Estaba sanando una parte de sí misma.
Juntos, lucharon. A través de los gusanos del corazón. A través de cirugías. A través del miedo y el peso de lo que vino antes.
Y de alguna manera, contra todo pronóstico, Beaux vivió.
Encontró un hermano en Riley. Una cama cálida. Una familia de verdad. Y por primera vez, alguien que lo miraba como si fuera exactamente como debía ser.
Ahora corre con alegría. Ama sin miedo. Duerme en paz.
Lleva sus cicatrices como armadura, prueba de que lo logró. Que el amor, el amor verdadero, lo encontró al fin.
Y cuando Beaux mira a Jamie, sus ojos hablan un lenguaje que solo el corazón entiende. 💚
Chispa del alma.
Es el amor que lo sanó.
Y ahora, es el amor que devuelve.