🪨 El peso que elegimos cargar
Dicen que Sísifo fue el más astuto de los hombres.
Rey de Éfira, burló a los dioses, encadenó a la Muerte y engañó al mismo Hades para volver al mundo de los vivos.
Pero su mayor error no fue la trampa, sino la soberbia de creer que podía escapar del destino.
Por eso Zeus lo condenó:
a empujar una piedra montaña arriba, solo para verla caer una y otra vez, por toda la eternidad.
Una historia antigua, sí…
Pero si miras bien, Sísifo no quedó en el mito. Vive en cada uno de nosotros.
En quien intenta arreglar lo que no tiene arreglo.
En quien carga culpas ajenas para no decepcionar.
En quien repite el mismo ciclo de esfuerzo y desgaste, esperando que “esta vez” la piedra no caiga.
La roca de Sísifo es simbólica:
representa la carga del ego, del deber, del amor no correspondido, de los pensamientos que no sueltan.
Y la montaña, el tiempo mismo.
El estoicismo no le pide a Sísifo que deje la piedra,
le enseña a mirarla sin odio.
A entender que no controla el peso, pero sí la forma en que lo lleva.
Porque la libertad no llega cuando se suelta la carga,
sino cuando se acepta sin quebrarse.
Sísifo no es un castigo.
Es el retrato del alma humana que sigue intentando,
aun sabiendo que todo puede caer otra vez.
“El destino es una piedra, pero la voluntad decide cómo subirla.”
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