Para aquellos que dudan que nuestro gobierno manejará mal su asignación de 2,000,000π, escuchen: la Blockchain de Pi no oculta nada.
Si Aliu en Zamfara envía 10,000π a Putin en Rusia, Ahmed en Edo lo ve; Ojo en Ile-Ife lo rastrea; Ikechi en Anambra lo observa; Haris en España lo ve; Trump en los EE. UU. lo verifica; y Ibrahim en Arabia Saudita lo sigue.
Cualquiera con una cuenta de Pi en todo el mundo puede presenciar cada movimiento—hasta una pequeña transferencia de ₦10. No hay capa de privacidad en el juego financiero de Pi. Por eso los funcionarios corruptos temen la Cadena de Pi.
Obtén la dirección de la billetera de Pi de tu gobierno, enciende el Navegador de Pi, presiona BLOCKCHAIN, pégala y busca. Boom—detalles de gasto completos: marcas de tiempo, fechas, hashes, estampillas. Todo a la vista.
Después de la aprobación de KYG y esa caída de 2,000,000π, la billetera se hace pública. Guárdala. ¿Quieres saber sobre las salidas—quién recibió qué, a dónde fue? Navegador de Pi > BLOCKCHAIN > pegar > buscar. Transacciones cristalinas.
¿Ves un envío a otra dirección? Copia la suya, busca de nuevo—sumérgete en su historia. ¿Ellos pasan a un tercero? Enjuaga y repite. Trazabilidad total, sin sombras.
En la Blockchain de Pi, ¿dinero ilícito, estafas o malversación? Imposible. La pura transparencia infunde miedo en los corruptos.
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