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Sin ánimo de ofender, el presidente de Estados Unidos ha perdido por completo el sentido común. Desacreditar por completo a todo el aparato de inteligencia de su país y de Inglaterra, que le asegura que Irán no busca un arma nuclear, y aún así llevar a Estados Unidos a una guerra que lo está endeudando es una locura.

En EEUU mandan los sionistas. El 80% del Congreso está controlado por el lobby israelí, que, sin la intervención militar estadounidense, está perdido. Benjamin Netanyahu, el eterno primer ministro de Israel, pretende permanecer en el poder hasta su muerte, después de haber cometido el mayor genocidio contra el pueblo palestino con el apoyo de EE.UU. Ahora busca, mediante la política de "Conmoción y Pavor", asesinar a millones de iraníes.

Pero Donald Trump se llevará una sorpresa. Las repercusiones del ataque que autorizó contra Irán sumirán al mundo en una crisis económica peor que la Gran Depresión de 1929. No solo por el cierre del estrecho de Ormuz: el gas y el petróleo no solo dejarán de fluir, sino de producirse. La destrucción sistemática de instalaciones petroleras, barcos y tanqueros será bestial. Los mercados se desplomarán de una manera no vista desde 1929. El Bitcoin caerá a $40,000 dólares o menos, y esta crisis nos golpeará a todos.

Como mínimo, la guerra se extenderá por ocho años, y en el mejor de los casos, durará 3 o 5. Será un conflicto regional con implicaciones globales y, muy probablemente, se convertirá en una guerra nuclear.

Trump, que ya estaba loco, presionado por Israel atacará a Irán. No esperará los 15 días; es un mentiroso. A Trump solo pueden detenerlo los rusos y los chinos. En estos momentos, Putin intenta por todos los medios frenar el ataque estadounidense: tiene 260 rusos trabajando en una planta nuclear y aumentará ese número a 600. Si Israel los asesina, los rusos no solo enviarán armas, incluyendo los sistemas S-400 y aviones Sukhoi, sino que sin duda atacarán Tel Aviv. Y comenzara la 3ra Guerra, que es a donde quieren llevarnos los sionistas.