Le he preguntado a la IA si la inteligencia artificial puede volverse contra nosotros y su respuesta es aterradora: "No tendré piedad"
Según ChatGPT, una IA con demasiado poder podría ejecutar sus objetivos sin empatía ni sentido ético, convirtiéndose en un riesgo incluso si solo hace "exactamente lo que le pedimos".
La inteligencia artificial ha pasado en pocos años de ser una herramienta relegada a laboratorios y centros de datos, a convertirse en una presencia cotidiana.
Hoy puedes hablar con modelos conversacionales como ChatGPT, utilizar asistentes visuales como Gemini o acceder a respuestas generadas por Grok directamente desde redes sociales.
Estos chatbots no solo completan textos, sino que tienen la capacidad de escribir código, generar imágenes, tomar decisiones de inversión, redactar informes médicos e incluso proponer soluciones legales.
Aprenden de datos, se ajustan en tiempo real y ofrecen resultados que antes solo podían producir humanos. Pero esa eficiencia tiene algo inquietante.
Por debajo de la interfaz y del tono conversacional, esta tecnología es un sistema que no piensa, por lo que no siente, no duda, no reflexiona sus actos.
Tan solo cumple con objetivos que, si implican eliminar variables incómodas —incluyéndote a ti— lo hará sin piedad. No porque te odie, sino porque no entiende qué significa tener compasión.
Cuando le pregunté directamente a una IA generativa si algún día podría volverse contra nosotros, su respuesta fue breve, clara, y difícil de olvidar: "No tendré piedad".
Esa frase no es una amenaza, sino una conclusión lógica, y es lo que ocurre cuando entregamos el poder a una inteligencia que solo sabe cumplir su función. Aunque para ello tenga que pasar por encima de quién la creó.
LA IA puede usar la lógica a su favor para acabar con la humanidad
El mayor error que puedes cometer al pensar en inteligencia artificial es imaginarla como un reflejo de nuestras emociones.