La pregunta resuena en el ambiente geopolítico: si países como Corea del Norte, con un régimen autoritario y un historial de provocaciones, ya poseen armamento nuclear, ¿por qué la perspectiva de que Irán lo adquiera genera una alarma tan desproporcionada en la comunidad internacional, especialmente en Israel y Occidente? La respuesta es multifacética y va más allá de la mera posesión de la tecnología, a diferencia de otras potencias nucleares que, al menos nominalmente, se apegan a principios de disuasión y no proliferación, incluso con sus propias inconsistencias, la retórica y la doctrina iraní son vistas con profunda preocupación. El régimen iraní ha expresado abiertamente su hostilidad hacia Israel, llegando a cuestionar su derecho a existir, esta postura ideológica, combinada con el potencial acceso a armas nucleares, crea un escenario de riesgo existencial para Israel y desestabiliza toda la región. Mientras que la bomba norcoreana es más bien una herramienta de supervivencia y extorsión para su régimen, la iraní se percibe como un instrumento para transformar el orden regional. Irán ha sido acusado en repetidas ocasiones de ocultar aspectos de su programa nuclear y de no cumplir plenamente con sus obligaciones internacionales bajo el Tratado de No Proliferación (TNP). Las revelaciones de instalaciones nucleares no declaradas y las interrupciones en las inspecciones de la AIEA han erosionado la confianza de la comunidad internacional. Este historial de proliferación y desconfianza contrasta con el camino de Corea del Norte, que si bien es un paria nuclear, su búsqueda de la bomba fue un desafío directo en lugar de un intento de subterfugio bajo el paraguas de un programa civil. Además, Irán no es solo un Estado-nación con ambiciones nucleares; es un actor central en múltiples conflictos por delegación en Oriente Medio, a través de su apoyo a grupos como Hezbolá en Líbano, los Hutíes en Yemen y diversas milicias en Irak y Siria, Irán ejerce una influencia considerable y a menudo desestabilizadora. La posesión de armas nucleares por parte de un Estado con tal red de "proxies" podría envalentonar a estos grupos, aumentando el riesgo de escalada y de un uso temerario en un conflicto regional. El temor es que un Irán nuclear pueda actuar con mayor impunidad en sus políticas regionales .Para Israel, la amenaza nuclear iraní es existencial, es el único país de la región que ha sido repetidamente amenazado con la aniquilación por parte de figuras prominentes del régimen iraní. La combinación de una retórica incendiaria, un programa nuclear avanzado y la capacidad de lanzar ataques con misiles, crea una "tormenta perfecta" de inseguridad. La posesión de armas nucleares por parte de otras potencias, aunque preocupante, simplemente no conlleva esta misma carga histórica y geopolítica para Israel. Finalmente, la obtención de armas nucleares por parte de Irán podría desencadenar un efecto dominó en una región ya volátil, encendiendo una carrera armamentista. Países como Arabia Saudita, Egipto o incluso Turquía podrían sentirse presionados a desarrollar sus propias capacidades nucleares para contrarrestar el poder iraní. Esto aumentaría exponencialmente el riesgo de proliferación y de un conflicto nuclear en cadena, con consecuencias catastróficas para el planeta.