Millones de personas en todo el mundo dependen del envío de dinero a casa para apoyar a sus seres queridos. Pero lo que muchos no se dan cuenta es cuánto de ese dinero se pierde en tarifas en el camino.

💸 La realidad es frustrante. Imagina enviar $200 a tu familia en Tanzania, solo para que $115 de eso se pierdan en tarifas. Eso es más de la mitad—desaparecido antes de que incluso llegue. Y no es solo Tanzania. Türkiye se lleva un recorte de $53, mientras que Senegal se lleva $35. No son fallos—son características de un sistema obsoleto que beneficia a unos pocos selectos.

💼 Los bancos tradicionales y los proveedores de remesas dominan estas vías de pago, y debido a que hay poca competencia, establecen tarifas altas sin rendir cuentas. ¿El resultado? Un sistema lento, costoso y roto que perjudica a las mismas personas que más necesitan apoyo.

Incluso las transferencias "más baratas" son un mal negocio. Enviar $200 a Suiza o Suecia aún puede costar $16. Eso es inaceptable cuando sabemos que existen mejores soluciones. Si alguna vez has utilizado una blockchain como Solana o un L2 de Ethereum, lo has visto de primera mano—transferir stablecoins por valor de miles cuesta fracciones de centavo y se liquida en segundos.

🧠 Está claro que el sistema financiero heredado no está construido para la inclusión global. El futuro radica en soluciones de pago basadas en blockchain—más rápidas, más baratas y más transparentes. Los bancos pueden resistir este cambio inevitable y arriesgarse a perder relevancia, o adaptarse abrazando las criptomonedas y la tecnología detrás de ellas 🔗

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