A puerta cerrada, Donald Trump ha estado diciendo a los líderes europeos que Vladimir Putin sigue confiado en ganar la guerra en Ucrania—una notable desviación de sus afirmaciones públicas de que el líder ruso desea la paz.

Según The Wall Street Journal, Trump hizo estos comentarios durante una llamada privada con el presidente ucraniano Volodymyr Zelensky, el presidente francés Emmanuel Macron, el canciller alemán Friedrich Merz, la primera ministra italiana Giorgia Meloni y la presidenta de la Comisión Europea Ursula von der Leyen.

Un cambio en el tono—pero sin cambio en la política

Mientras Trump reconocía en privado la falta de voluntad de Putin para terminar la guerra, aún no ha impuesto nuevas sanciones ni ha tomado medidas concretas—pese a las repetidas súplicas de los líderes europeos.

Justo un día antes de la llamada, Trump había sugerido a Macron, Merz, Meloni y al primer ministro del Reino Unido Keir Starmer que *podría* considerar sanciones si Putin rechazaba un alto al fuego. En cambio, abogó por conversaciones aceleradas de bajo nivel entre Ucrania y Rusia, proponiendo al Vaticano como un lugar neutral.

Los líderes europeos, que habían pasado días presionando a Trump para que aprovechara la influencia de EE. UU., salieron de la llamada frustrados. Trump desvió repetidamente la responsabilidad, afirmando, *“Esta no es mi guerra. Nos enredamos en algo en lo que no deberíamos haber estado involucrados.”

El debate sobre el alto el fuego "incondicional"

Algunos líderes europeos insistieron en que cualquier conversación mediada por el Vaticano incluyera un alto al fuego *incondicional*—un término que Trump luego negó haber respaldado, a pesar de usarlo explícitamente en una publicación de *Truth Social* el 8 de mayo. Después de la resistencia, los europeos abandonaron la demanda.

La línea más dura de Europa bajo el canciller Merz

La presión diplomática se intensificó después de que Friedrich Merz se convirtiera en el canciller de Alemania a principios de mayo. A diferencia de su predecesor, Merz ha adoptado una postura más dura contra Putin, incluso enmendando la constitución de Alemania para aumentar el gasto militar.

El 10 de mayo, Merz, Macron, Starmer y el primer ministro polaco Donald Tusk realizaron una visita sorpresa a Kyiv, donde llamaron a Trump directamente y advirtieron que Europa impondría nuevas sanciones si Rusia rechazaba un alto al fuego de 30 días.

Putin respondió ofreciendo conversaciones directas con Ucrania—las primeras en tres años. Trump apoyó con entusiasmo la idea, incluso sugiriendo que podría asistir en persona. Pero cuando se llevaron a cabo negociaciones en Estambul, Putin envió enviados de bajo nivel en su lugar, reiterando demandas que Ucrania ya había rechazado.

¿Sanciones en el horizonte?

Tras la ausencia de Putin, los líderes europeos instaron a Trump a tomar medidas más contundentes. Si bien se aprobaron sanciones menores, se discuten medidas más significativas.

Trump, mientras tanto, programó otra llamada con Putin, insistiendo en que un acuerdo de paz requería un diálogo directo entre ellos. Durante una discusión separada con los líderes europeos, sugirió la idea de sanciones conjuntas de EE. UU. y la UE sobre el petróleo y los bancos rusos—una propuesta respaldada por el senador Lindsey Graham, quien afirma haber asegurado 81 co-patrocinadores para un proyecto de ley relacionado.

La franqueza característica de Trump

La llamada no estuvo exenta de momentos clásicos de Trump. Elogió el inglés de Merz (“Me encanta aún más con tu acento alemán”) pero luego cambió a criticar las políticas de migración de Europa, afirmando que sus naciones estaban al “borde del colapso.” Macron, familiarizado con el estilo de Trump, interrumpió: “No puedes insultar a nuestras naciones, Donald.”

A pesar de la fricción, algunos líderes mantenían la esperanza de que Trump respaldara las sanciones si Putin rechazaba la paz. Pero con las conversaciones en el Vaticano programadas para mediados de junio, las expectativas siguen siendo bajas.