Warren Buffett dejará su puesto como CEO de Berkshire Hathaway a finales de 2025, y esa no es la gran noticia. El verdadero problema es que la empresa que él construyó claramente está rezagada.
La estructura, la estrategia, la forma en que se mueve — todo se siente congelado en el tiempo mientras el resto del mundo financiero global está cambiando hacia juegos de criptomonedas en tiempo real, flujos de ETF de alta frecuencia y decisiones impulsadas por la tecnología.
Warren confirmó su jubilación hace dos semanas en la reunión anual, y el Omaha World-Herald informó que ya no tomará el escenario en futuros encuentros. En su lugar, su sucesor, Greg Abel, será el encargado del evento de 2026 el 2 de mayo.
Warren, quien comenzó a usar Berkshire en 1965 para construir su vehículo de inversión, ha logrado aumentar el precio de las acciones en un 20% por año durante 60 años. Eso es el doble del S&P 500. Pero la forma en que lo hizo simplemente ya no funciona.
En el Financial Times, Terry Smith, CEO de Fundsmith, escribió: “No volveré a ver a alguien como él,” después de desglosar por qué nadie podrá repetir el récord de Warren.
La ventaja de Berkshire era el capital flotante y el apalancamiento, no solo la selección de acciones
Terry dijo que la verdadera ventaja de Warren provenía de su comprensión del capital flotante, la capacidad de invertir el dinero de otras personas antes de que se necesitara. La primera vez que Warren vio esto fue con American Express. En aquel entonces, los viajeros usaban cheques de papel, compraban más de lo que necesitaban antes de un viaje.
Eso significaba que Amex tenía efectivo extra inactivo — efectivo que podría ser invertido. Vio lo mismo en Blue Chip Stamps, una empresa que Berkshire adquirió. Los supermercados tenían que comprar sellos de lealtad por adelantado antes de dárselos a los clientes. Ese dinero permanecía en los libros como capital flotante.
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