"China está lista para hacer un trato", anunció el secretario del Tesoro estadounidense, Scott Pient — señalando un giro sorprendente de Pekín apenas dos días después de la presión económica. La amenaza de Trump de imponer aranceles del 100% ni siquiera necesitaba ser ejecutada; la base ya se había establecido.
Mientras las discusiones giraban en torno a una inminente guerra comercial, Estados Unidos aseguró silenciosamente victorias estratégicas: un acuerdo raro con Malasia, derechos de procesamiento de Tailandia, un acuerdo de refinería por valor de 13 mil millones de dólares con Australia y nuevos proyectos de extracción en Camboya.
China entró en las negociaciones esperando tener influencia, pero descubrió que la influencia ya había desaparecido. En solo 48 horas, desaparecieron 3 billones de dólares de la ventaja estratégica. Se rompió el monopolio de los elementos de tierras raras que dominaba, la influencia comercial se debilitó y la soberanía tecnológica se deslizó lejos.
Ahora Occidente tiene las llaves de los minerales críticos que sustentan la revolución de la inteligencia artificial. Con el control de los recursos necesarios para la industria de la inteligencia artificial estadounidense, valorada en 350 mil millones de dólares, y la industria de la inteligencia artificial global, valorada en 3 billones de dólares, el equilibrio de poder ha cambiado drásticamente.
Cuando dijo Bissent, "China está lista para hacer un trato", no fue diplomacia, sino un reconocimiento. No eran negociaciones; era una rendición.
La globalización no ha terminado. Simplemente se ha convertido en un juego de protección, y China acaba de pagar su tarifa de entrada.#WriteToEarnUpgrade #USChinaDeal