En un contexto histórico de inflación, devaluación y una crisis cambiaria creciente, las stablecoins surgen como una alternativa para los desafíos cotidianos de los venezolanos.
La compleja realidad económica de Venezuela, caracterizada por una inflación persistente y una devaluación continua del bolívar, ha obligado a los ciudadanos a buscar refugios financieros para proteger su patrimonio. En este escenario, las criptomonedas, específicamente las stablecoins, han trascendido el nicho tecnológico para consolidarse como una herramienta financiera de uso cotidiano y una solución tangible para millones de personas.
Este artículo tiene el objetivo de servir como una guía rápida para entender los principales problemas financieros de los venezolanos, y cómo las stablecoins, en un proceso de interés y adopción cada vez más palpable en el país, se presentan como una alternativa para hacerles frente.
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Venezuela: una historia de inflación y devaluación
La economía venezolana ha navegado durante años por aguas turbulentas, marcadas por reconversiones monetarias y una incertidumbre económica constante. La inflación -por mucho tiempo hiperinflación incluso-, la devaluación del bolívar, los controles cambiarios y la pérdida del poder adquisitivo han sido algunos de los desafíos habituales a los que se han enfrentado por muchos años los venezolanos.
Esta inestabilidad económica se ha instaurado en la cotidianidad del país como un fenómeno evolutivo, donde las dinámicas y las condiciones van cambiando rápidamente. La dolarización de facto de la economía, acelerada tras la pandemia y motivada por la necesidad de respuesta a la crisis del bolívar, introdujo al dólar estadounidense como protagonista activo en el ecosistema financiero venezolano durante los últimos años.
No obstante, diferentes motivos económicos y políticos están cambiando nuevamente las dinámicas económicas en Venezuela, causando que la inflación y la devaluación de la moneda nacional, parcialmente contenida ante la flexibilización de controles, nuevamente afecten el día a día de los venezolanos.
Para finales de 2025, por ejemplo, el Fondo Monetario Internacional (FMI) proyecta que la inflación en Venezuela alcanzará el 269,9%, mientras que para 2026, el organismo estima que ascenderá hasta un 682,1%.