El reciente borrador de la ley sobre la estructura del mercado de criptomonedas, presentado por los Comités de Servicios Financieros y Agricultura de la Cámara de Representantes de EE. UU., representa un paso significativo hacia la regulación de los activos digitales en un entorno que ha sido, hasta ahora, un terreno gris en términos legales. Este proyecto, que busca clarificar las funciones de la Comisión de Valores (SEC) y la Comisión de Negociación de Futuros de Materias Primas (CFTC), tiene méritos, pero también plantea preocupaciones.
Por un lado, es positivo que el borrador intente establecer una línea clara entre los activos digitales considerados valores (bajo la supervisión de la SEC) y aquellos clasificados como commodities (regulados por la CFTC). La inclusión de un "test de descentralización" —que determina si un proyecto está bajo control unilateral si una entidad posee más del 10% de los tokens— ofrece un criterio práctico para diferenciar entre redes centralizadas y maduras. Esto podría reducir la incertidumbre para los desarrolladores y fomentar la innovación al permitir que las blockchains evolucionen sin el temor constante de sanciones regulatorias. Además, la eliminación de restricciones de riqueza para inversores minoristas democratiza el acceso al mercado cripto, lo que podría impulsar la adopción masiva y empoderar a pequeños inversores.
Sin embargo, hay aspectos preocupantes. La resistencia en el Senado a un proyecto de ley separado sobre stablecoins, con figuras como Chuck Schumer expresando inquietudes sobre emisores como Tether, sugiere que el camino hacia una regulación integral será accidentado. La falta de consenso entre demócratas y republicanos podría diluir el impacto de este borrador o retrasar su implementación. Además, aunque el borrador busca claridad, la dualidad de supervisión entre la SEC y la CFTC podría generar conflictos jurisdiccionales si no se definen con precisión los términos y procesos. Por ejemplo, la transición de un activo de "valor" a "commodity" no está exenta de ambigüedades, lo que podría derivar en litigios prolongados.
En conclusión, este borrador es un avance necesario para un sector que clama por reglas claras, pero su éxito dependerá de la capacidad del Congreso para superar divisiones partidistas y de la precisión con la que se implementen sus disposiciones. Sin un enfoque equilibrado, corremos el riesgo de frenar la innovación o de dejar lagunas que los actores malintencionados puedan explotar. Es crucial que los legisladores escuchen a los actores del mercado y a los consumidores para garantizar que la regulación fomente tanto la seguridad como el crecimiento.